domingo, 7 de mayo de 2023

Pulmones desgastados

Me prometo que será la última calada, como muchas otras veces he hecho. Me digo que esta vez seré lo suficientemente fuerte como para no dejarme llevar por la tranquilidad que me concibe. Pero el humo violeta lo refrena todo; refrena mi voluntad y refrena mis ganas de permanecer en el presente. Envolvente e interesado, apacigua todas las peleas de mi interior que queman mi alma y me lleva a esos días pasados que con tanto ahínco añoro. 
Desperezado, se mueve conscientemente a mi alrededor y me cubre por completo, en su interior me siento a salvo, increíblemente tranquila. Como si la constante soga mental que día tras día se cierne sobre mi cuello se relajara cuando el humo violeta me deja soñolienta entre mis recuerdos. Aún así, noto al respirar que mis pobres pulmones ya llevan bastante tiempo desgastados, cansados de intentar repetir lo irrepetible, intentando cambiar lo inmovible. Perdida entre risueñas privameras y otoños deshojados, vislumbro la envolvente sonrisa que el humo lila me dedica; y yo, que me considero lectora de sonrisas, aprecio en ella su intención de raptarme allí para el resto de mis días, de acabar de cubrirme con su color morado y de no dejar verme más allá de lo que él quiere. Me da pena, porque a pesar de todo, mi fiel amigo me ha acompañado durante mucho tiempo, quizá demasiado. Pero es que en el fondo de esa polvorienta mueca que la humareda me ofrece, percibo que no debo dejar que nadie, ni si quiera mi propio corazón, me venda humo.

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