domingo, 15 de octubre de 2023

Nueva vida

Mi fe siempre ha estado en peligro de extinción, eso no es ninguna novedad. Pero algunas cosas en mi día a día sí que han empezado a cambiar. 
La esperanza se ha cansado de arroparme noche tras noche, ahora una hermosa boa se enrosca en mi estómago cada vez más decidida. 
La almohada ha empezado a morderme mientras intento consultar las cosas con ella. 
Me levanto y noto como esos aviones en guerra sobrevuelan mis pensamientos. 
Avanzo por los pasillos y evito esos rincones en los que sé que se puede encontrar mi reflejo, no me apetece encontrarme con más pares de ojos que no logro reconocer. 
Desayuno sin levantar la cabeza del plato, pues esquivar miradas se ha convertido en mi hobbie, mis ojos ya han sangrado demasiado como para que las navajas de la decepción sigan hundiéndose en ellos sin demasiada compasión.
Observo con tristeza mi piano y sus partituras, echando de menos ese tiempo en el que solía encantarme sentarme ante él, pero aquel músico con el que estaba escribiendo una canción cambió de melodía. Ya no tiene sentido que yo la siga componiendo sola. 
Saco el móvil del bolsillo, tengo bastantes mensajes del médico que más se preocupa por mí, el que me curó cuando la muerte arraigaba en mis venas. Aún así sigo ignorándolo, dando por hecho que sus mensajes nunca dejarán de llegar, siendo egoísta y contestando únicamente a los que más me convienen. 
Empiezo a limpiar mi habitación y decido vaciarla, creyendo que la sensación de espacio y desahogo se adentrará también en mi cabeza. 
A mediodía, mis deseos se han empezado a contradecir. 
Mientras contemplo el atardecer, saco mi vieja libreta para ver cuanta inspiración me puede ofrecer hoy el cielo. Sin embargo, enfurecida, me doy cuenta de que las palabras huyen de mí, pues están asustadas de que llegue a odiarlas tanto como he empezado a odiarme a mí.

jueves, 21 de septiembre de 2023

Abrazando al otoño

Él me da el consuelo para remediar esa mirada cansada, abatida tras meses de noches en vela. Me envuelve entre hojas anaranjadas y me acuna, apaciguando el llanto que surca mi interior. Es él quien me sostiene la cabeza sujeta hacia el frente, para que no la gire hacia lo que no se puede volver a escribir. Me arropa con un manto si mi cuerpo empieza a enfriarse y les susurra al papel y lápiz de mi mesa que se reconcilien de una vez por todas.

Sé que pretende ahuyentar a las sombras que holgazanean a mi alrededor, esperando hincar los dientes en mi alma. Sé que solo quiere despedazar aquello que me hunde, aquello que derrite mi sonrisa esperanzada. Sé con certeza que solo pretende proporcionarme amparo cuando la cama alza una red sobre mi cuerpo.

Aun con todo ello, temporada tras temporada, lo rechazo áspera, inmuta, vacía. Sintiéndome desagradecida por no aprovechar algo que podría devolverme la paz que tanto necesito. Decepcionándome una vez más conmigo misma, por preferir regar mi jardín con lágrimas a querer el presente y aceptar la calma. Una calma parecida a la que tarde o temprano nos inundará a todos, esa a la que no hay que temer, sino saber que en cierto instante terminará dándonos la mano.

martes, 8 de agosto de 2023

Memoria

El recuerdo de un ciego es el aroma de una melena mecida en el aire.
El recuerdo de un sordo es el "buenos días" de una sonrisa sincera.
Y el recuerdo de un mudo, es la textura de un lápiz cansado de vaciar las penas del poeta.
Las olas del mar me susurran, que el recuerdo más valioso, más eterno, es el de las emociones, el de las sensaciones. Al fin y al cabo, para qué quiero yo mi alma llena de recuerdos, si van a estar vacíos de sentimientos, si voy a recordar a alguien, pero no voy a poder sentir todo lo que significa para mí.
Dime qué somos si no recordamos quienes somos, si no sabemos de donde venimos, ni hacia donde vamos.