sábado, 22 de diciembre de 2018

Cuento de Navidad

Hola de nuevo queridos lectores, ¿sabéis que recibí un premio por escribir un cuento de Navidad?, y... ¿qué os parece si os lo enseño? Allá va.

                                 UNAS NAVIDADES LOCAS


PRÓLOGO


Las navidades no son un problema si no te escapas al Polo Norte para conocer a Papá Noel.
Todo comenzó cuando les dije a mis padres lo que quería por Navidad, ¡su cara se puso tan roja que pensé que desde ese momento sería huérfana! Lo que yo deseaba más era un viaje al Polo Norte para conocer a la persona que te trae los regalos, porque no es que no me fíe, pero deberíamos conocer más a la gente, nunca se sabe si un regalo puede contener un explosivo construido para destruir el mundo.

CAPÍTULO 1
Eso es tan caro que ni siquiera Papá Noel lo puede conseguir, o al menos desde el punto de vista de mis padres. Así que decidí que iba a trazar un supermegaplan secreto para viajar hasta allí y ser la primera persona en pisar la casa de Papá Noel. Ya me lo imaginaba, al presidente de España diciendo: - Un aplauso a la primera persona y mujer en conocer a Papá Noel, Sofía Díaz, pase aquí a dar su discurso.
¿A que sería estupendo?, no sabía cómo lo iba a hacer, pero sí que sabía que ese iba a ser mi mejor regalo de Navidad, ¡y hecho por mí misma!
                                                           
CAPÍTULO 2
Bueno, bueno, bueno, se acercaba Nochebuena y la noche mágica, no se que harás tu en esa noche, pero yo y mi familia hacemos cada año una cena gigantesca en el desván de mi abuela. La cosa va así: juntamos como unas doce mesas de plástico (en mi familia somos un montón), mi abuela y mi madre preparan una comilona con un montón de cosas como pollo, pescado, ensalada, helado… todos mis primos, mi hermano Adriano y yo jugamos a juegos que traemos de casa y lo pasamos pipa. Después de la cena, sobre las doce y media los regalos han aparecido allí y todos se ponen como locos para abrir los suyos, todos menos mi prima Lucía (porque tiene solo un añito) y yo, porque me quedaba pensando en cómo hace Papá Noel para dejar los regalos sin que nadie se dé cuenta. Una razón más para  que yo viajase al Polo norte y se lo preguntase.     


CAPÍTULO 3
Creía que ya era hora de elaborar el plan, así que me puse manos a la obra:
1º. El 20 de diciembre compro por internet un billete de avión hacia el Polo Norte, pero lo hago creando una cuenta nueva en Google, así no dejaré ningún rastro y tampoco se notará que soy menor de edad.
2º. Al día siguiente voy a la papelería e imprimo el billete, a continuación lo escondo debajo de la tabla de madera que se quita del suelo de mi habitación.
3º. La mañana en que los Reyes Magos vienen a casa me voy por la puerta mientras mis padres duermen (aunque cojo los regalos que hay debajo del árbol de Navidad para abrirlos después)
4º. Me monto en taxi hasta el aeropuerto y horas después… ¡estoy sentada en las rodillas de Papá Noel contándole todas mis dudas sobre él!
Creí que este plan era excelente y que nada podía salir mal, aunque tenía que solucionar lo de que mis padres se dieran cuenta de que no estaba, esos días había estado pensando y pensé que le diría a mi prima Julieta, que vive en Londres, si quiere hacerse pasar por mi durante unos días (se parece mucho a mí aunque no seamos hermanas, el parecido es asombroso, además tiene mi misma edad), ella le dice a sus padres que los míos le han dejado quedarse por una semana, pero en realidad no lo saben y de camino, en el avión se disfraza de mí con una peluca y con mi ropa.

CAPÍTULO 4
Eran las dos de la madrugada, había comprobado que o tenía todo listo para el viaje, además había previsto con mi prima Julienta que llegaría aquí a las nueve de la mañana. Aunque yo me iba antes, pero mis padres a esas horas estarían durmiendo como troncos. ¡Estaba deseando conocer a Papá Noel y tomarme con él una buena taza de chocolate caliente humeante…!

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Para cuando llegué al aeropuerto todo estaba genial, ya me habían revisado el billete y solo quedaba subirme en el avión con destino al Polo Norte.
 Después me senté cómodamente en el avión, olía a café y a pastelitos, así que me entró hambre. Pero después la ignoré, el avión despegó y yo me puse mis cascos de música que había traído para no aburrirme.
El problema fue que cuando bajé del avión no hacía frío, no nevaba ni tampoco había hielo y claramente de eso me di cuenta. Aunque lo realmente importante es que inmediatamente me indicaron que me apartara pues le avión iba a despegar. Yo muy resuelta protesté, en vano, pues los guardias de seguridad acabaron consiguiendo que me alejará de allí. Pero después, sin saber todavía donde me encontraba, pregunté que donde estábamos a una mujer joven que iba con su hijo y entonces comprendí todo… ¡ME HABÍA EQUIVOCADO DE AVIÓN Y HABÍA ACABADO EN LA OTRA PUNTA DEL MUNDO!, ¡CHINA!
Poco después decidí que lo mejor era dar una vuelta para intentar encontrar a alguien que hablara español y que me ayudara a volver a mi queridísima España.

CAPÍTULO 5
Me encontraba en la calle, sola y perdida. Hace poco había dejado de vagar por las calles y estaba sentada en el poyete de una casa, tenía pinta de que allí no vivía nadie, así nadie me echaría. Pero para mi sorpresa, en un momento dado, un niño que parecía de mi misma edad, se acercó y me preguntó en español que qué hacía a allí sentada sola.
Yo me fié de él porque hablaba español y tal vez me podría ayudar, así que le conté lo ocurrido. Sorprendentemente otra vez me ofreció su casa para pasar la noche y por la mañana buscar una solución, además me dijo que su nombre era Chao Baho, pero todo el mundo le llamaba simplemente Chao.
Después acepté su oferta y me guió hacia su casa, a sus padres no pareció importarles que yo pasara la noche allí, más bien parecieron alegrarse de que una española estuviera en su casa.

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Por la mañana descubrí que mi sueño había sido bastante profundo y me levanté de buen pie. En vez de buscar inmediatamente una solución a mi problema con Chao, nos fuimos de paseo para ver como eran las Navidades allí.
Me llamó mucho la atención que en Navidad los chinos colgaran serpentinas estrellas y muñecos de nieve por las calles, puesto que en España solo decorábamos las calles con luces.

CAPÍTULO 6
Ya habían pasado dos días desde que me marché de mi país, con lo cual, tenía tres días más para buscar una solución y de paso divertirme un poco.
Al tercer día en China decidí preguntar e investigar sobre Papá Noel, ya que ese año no tendría oportunidad de ir al Polo Norte y andando por la calle descubrí un muñeco de un ciervo dorado con alas colado de un farolillo.
Me resultó muy extraño porque, ¿Qué tenía eso que ver con la Navidad?, corrí hasta quedarme sin aliento hasta la casa de Chao y le pregunté sobre aquel ciervo tan bonito.
Cuando me contó que eso era El Ciervo Dorado, que la mañana del seis de enero traía regalos todos los niños que se portaban bien. ¡¡¡Entonces me emocioné un montón!!!, porque aunque no hubiera podido ir al Polo Norte a conocer a Papá Noel, había conocido a El Ciervo Dorado.

CAPÍTULO 7
Ya solo me quedaba un día más para volver, entonces los padres de Chao me habían conseguido un billete de avión y todo fue sobre la marcha. Pero debo reconocer que me costó despedirme de mi gran amigo Chao y me hizo prometer que le escribiría por lo menos una vez al mes.
Al llegar a casa llamé a la puerta, Julieta salió a abrir se fue corriendo hacia el taxi y yo me quedé en la entrada de mi adorada casa. Mis padres preguntaron que quién había venido y yo dije que en realidad nadie.
Al final nadie sospechó nada de mi viaje a China ni de mis descubrimientos sobre El Ciervo Dorado, lo que fue una gran alegría para mí.

Espero que os haya gustado mucho. ¡Hasta otra!

5 comentarios:

  1. Enhorabuena, Lucía!! Me ha gustado mucho tu cuento. Feliz Navidad!!! ;)

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  2. Hola Lucía. Soy amiga de Ana Belén y ha sido ella quien me ha recomendado tu blog. ¡Me ha encantado! ¡Tienes buena madera de escritora! Así que voy a seguir de cerca tus cuentos, recomendaciones y comentarios de libros. A mi también me gusta mucho escribir y leer y también tengo un blog. Muchas felicidades.

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  3. Muchas gracias Roser, me alegro de que te guste mi blog. ¡Hasta la próxima!

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  4. Hola Lucía,
    Hasta hoy no había leído tu cuento y he de reconocer que ¡me ha encantado! Qué fantástica aventura... El próximo año organizamos el viaje juntas y nos vamos a conocer a Papá Noel.
    Un beso, preciosa.

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  5. Ok Manuela, estoy deseando. Gracias

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