No somos esa pieza perdida del juego que buscamos que encaje en el hueco perfecto. No somos ese tornillo que solo encaja con una tuerca concreta. Somos nubes que cambian, que se transforman día tras día. Somos esa brisa incesable que recorre calles y valles desiertos. Somos nuestro propio puzle y las piezas están en nosotros, no en los demás. No debemos vivir amarrados a esa insaciable necesidad de atar a alguien a nuestro corazón como un marinero amarra a su barco al puerto porque al final, tan solo somos cerraduras a las que el tiempo moldea, y a las que depende del momento, pueden ser abiertas por diferentes llaves. Tan solo somos llaves que pueden abrir ciertas cerraduras, pero que se olvidan de cerrarlas cuando deciden marcharse en busca de nuevos cerrojos.
Precioso Lucía. Me ha encantado
ResponderEliminarMe dejas sin palabras!
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