sábado, 29 de junio de 2024

La oscuridad

Está empezando a amanecer. Lo noto porque la luz se cuela por las rendijas de mi persiana. Los rayos de sol juegan a ver cuál inunda antes mi cuarto. 

Quisiera levantar la persiana y dejarlos entrar a todos para que no discutan por verme los primeros. Quisiera abrir las cortinas y dejar que lleguen algo más lejos. Pero la oscuridad me abraza tan fuerte que no puedo mover mis extremidades. No sé en qué momento ha pasado de ser una caricia a un peso semi asfixiante. Me marea, el oxígeno no llega bien a mi cabeza y me ralentiza los pensamientos.

Sé que no me obliga a quedarme con ella, que solo me presiona, pero la comodidad de no moverme bajo la oscuridad impide que la vitamina D corra por mi sangre. Al menos la ventana está abierta y puedo oler la brisa con olor a sal y arena, a verano. De momento parece que tendré que conformarme con eso. Quizás en el próximo amanecer consiga apagar la oscuridad como un bombero apagaría un fuego.


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