miércoles, 3 de julio de 2024
Miradas eléctricas
sábado, 29 de junio de 2024
El veneno de la utopía
Batallas oxidadas
La oscuridad
Está empezando a amanecer. Lo noto porque la luz se cuela por las
rendijas de mi persiana. Los rayos de sol juegan a ver cuál inunda antes mi
cuarto.
Quisiera
levantar la persiana y dejarlos entrar a todos para que no discutan por verme
los primeros. Quisiera abrir las cortinas y dejar que lleguen algo más lejos. Pero
la oscuridad me abraza tan fuerte que no puedo mover mis extremidades. No sé en
qué momento ha pasado de ser una caricia a un peso semi asfixiante. Me
marea, el oxígeno no llega bien a mi cabeza y me ralentiza los pensamientos.
Sé
que no me obliga a quedarme con ella, que solo me presiona, pero la comodidad
de no moverme bajo la oscuridad impide que la vitamina D corra por mi sangre.
Al menos la ventana está abierta y puedo oler la brisa con olor a sal y arena,
a verano. De momento parece que tendré que conformarme con eso. Quizás en el
próximo amanecer consiga apagar la oscuridad como un bombero apagaría un fuego.
jueves, 23 de mayo de 2024
El silencio
El ensordecedor silencio, al que le guardo un amor - odio por ser tan caprichoso, tiene la curiosa doble cualidad de regalarme la paz más inmensa y la mala costumbre de abandonarme y dejarme sola con mis afilados pensamientos.
El silencio, que nunca se queda callado del todo porque siempre escucharé a mi corazón bombeando sangre. Acostumbrado a aparecer cuando le apetece, a vagar por el desierto, a esconderse en las esquinas más oscuras y en los paisajes más bonitos. Duerme tranquilo manteniendo su doble personalidad arrolladora y resplandeciente. El mismo silencio ha sido asesinado injustamente tantas veces, manchado por palabras irrelevantes, sustituido por el dolor de los gritos a la deriva.
El silencio, ese que me deja alejarme de las presiones externas y me ofrece un rayito de sol en medio de la tormenta. El que me deja escuchar los susurros de mi alma y el que me enseña que contemplar el atardecer callada es mucho mejor. Gracias al silencio por permitir que me oiga a mí primero y por dejarme decidir que es lo que quiero. Por abrazarme cuando las palabras sobran y cuando solamente hay que saber estar.
A pesar de ello, aparece a traición después de escuchar algo que no debía, o tras una mala noticia. Aparece cuando estás por última vez en ese sitio que sabes que no volverás a ver. Aparece de madrugada arañando esa conversación que sabes que te lleva a un callejón sin salida. Aparece tras tomar una decisión que cambiará tu rumbo y aparece siempre que se acaba mi canción favorita. Aparece cuando el insomnio se cuela en mi cama y vuelve a aparecer cuando ya no me quedan mas lágrimas. Como suelen decir, el silencio también es una respuesta y siempre aparece cuando a más preguntas me asaltan.