Habíamos acampado junto a un sitio perfecto para hacer fuego, por eso todas las noches asábamos salchichas y chorizos.
Aquella noche había nevado mucho, y cuando nos despertamos descubrimos que la tienda de campaña estaba cubierta por un manto de nieve. A pesar de haber nevado las vistas eran espectaculares, de hecho pasé dos horas frente las imponentes montañas que parecían gigantes blancos.
Nos lavamos en un lago que encontramos y sin duda alguna, comenzamos a caminar hacia la montaña, dónde esquiaríamos como nunca.
En la pista de esquí de la ciudad solíamos alquilar los esquíes, pero ahora que íbamos a comenzar el viaje deberíamos comprarnoslos.
Cuando llegamos a lo alto de la montaña, no pudimos evitar quedar paralizados por el hermoso fenómeno que estábamos contemplando. Entonces fue cuando pronuncié unas simples pero dulces palabras: "Está atardeciendo".
Hasta que empezó a tronar, primero oímos un pequeño trueno, pero cada vez era más ruidoso. No podíamos esquiar, se avecinaba una tormenta, además había empezado a relampaguear y esos escalofriantes rayos en el cielo eran constantes.
El viento nos azotaba con fuerza y era imposible bajar de nuevo a la montaña. No sabíamos que hacer, porque no llevábamos móviles ni nada que nos comunicase. Pero de pronto me acordé del foco ultrapotente que llevaba en mi mochila. Lo pusimos en marcha y... ¡Pasaron tan solo 20 minutos hasta que un helicóptero nos rescató! Todavía hoy sigo muy contenta vde haberme llevado aquel foco.
Feliz Navidad, Lucía!
ResponderEliminarY el 2020 no pares de escribir!
¡Igualmente!
EliminarNo te preocupes, eso no pasará.